Son de origen orgánico, bioestimulantes, biodegradables, por lo tanto amigables con el medio ambiente. Ayudan a mitigar el efecto invernadero por la reducción de CO2. Los ácidos húmicos actúan como una esponja para el agua y los nutrientes en los suelos para hacerlos fértiles, y los ácidos fúlvicos son móviles y solubles en agua, sirven como “vehículo” para transportar nutrientes.